Estrellada la noche, buscando asilo donde acogerse para recibir un hijo, nadie veía de quien se trataba pues, aunque lo esperaban nadie se lo imaginaba…
El plan se había establecido, el hijo se había ofrecido, no había una sola duda, al mundo él llegaría, no había reproches, por amor el lo haría y no le importaría todo lo que padecería pues todo lo valdría por cada alma que le reconocería…
El escenario había cambiado, primero un trono siendo el primero, para ahora ser el postrero en un granero, no había alabanzas ni un solo canto, la luz no resplandecía, no había reino, ahora era un lugar escondido entre los montes, nadie estuvo para admirar el nacimiento, no había nadie…
Una mujer valiente y un hombre que optó por la adopción para enseñar así que ante todo debe haber temor cuando escuchas a Dios, rodeado de ovejas, vacas y burros que reconocían a quien fuera creador, así fue como el rey llegó, no hubo un lugar donde aquel pequeño recostara su cabeza, quien iba a decir que era Él quien haría descansar la mía, quien iba a decir que aquel pequeño envuelto en pañales me pondría en su regazo, quien iba a decir que era Él quien al mundo salvaría.
Los ángeles no se contuvieron y al escuchar su aliento bajaron a mirarle, era su rey hecho hombre, lo que habían visto como celestial ahora lo admiraban en lo terrenal, mas nada cambiaba era el mismo que adoraban: “Paz y buena voluntad para con los hombres”, gritaban “el Rey ha nacido, el Rey ha venido y una esperanza ha traído”, toda la creación le esperaba, aun la galaxia lo anunciaba pues la estrella señalaba el lugar que lo albergaba… no había palacio, servidumbre ni telas caras, pero aún lo sabios le buscaban y no tan solo le encontraron si no ante Él se postraron y regalos le entregaron, pues ya se había anunciado: “un niño nos es nacido, hijo nos es dado y el principado sobre su hombro y llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
Que noche fue aquella, que noche tan bella, que noche es aquella que enseña que en lo más desolado siempre hay esperanza que en lo más obscuro nació la luz del mundo…
Cuanto daría por admirarle ahí entre la paja, cuanto daría por arrullarle, abrazarle y cantarle, cuanto daría por admirar esa noche, la noche que el rey lloró…
Comments